IMPERIALISMO, GUERRA Y REVOLUCIÓN
Las grandes potencias en el siglo
xix
En la segunda mitad del siglo xix la situación política de los Estados europeos era muy
diversa:
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Los países con sistemas
políticos autoritarios, como Alemania y el Imperio austro-húngaro, tenían
monarquías en las que el rey concentraba casi todos los poderes, y Parlamentos,
aunque estos no podían oponerse a las decisiones del monarca. Había una gran
diversidad étnica y cultural, y la población carecía de la mayoría de los
derechos.
·
Los países con regímenes
liberales, como el Reino Unido o Francia, fueron consolidando su sistema
político, afianzando la división de poderes y reconociendo nuevos derechos,
como la libertad de expresión y de asociación.
·
El Imperio ruso
estaba gobernado por una autocracia, en la que el zar concentraba todos los
poderes y era la máxima autoridad religiosa. En el Imperio había una gran
diversidad étnica, a los que la política zarista impuso la lengua y cultura
rusas.
·
En Estados
Unidos se produjo una gran expansión territorial y los nuevos territorios
fueron colonizados por pobladores blancos. Los Estados del sur eran
esclavistas, mientras que los Estados del norte habían abolido la esclavitud.
En 1860 fue elegido presidente Abraham Lincoln y, al año siguiente, comenzó la
guerra de Secesión (1861-1865), que terminó con el triunfo de los Estados del
norte y la esclavitud fue abolida.
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Japón dejó de ser un país feudal con una economía agraria y
se convirtió en un país industrializado y occidentalizado. Se inició la era
Meiji, en la que Japón se occidentalizó.
El imperialismo
El imperialismo implicaba la extensión del dominio de
un país sobre otros. El país que conquistaba era la metrópoli, y los territorios conquistados, las colonias. Se debió a varios factores: económicos, en busca de
lugares en los que obtener materias primas baratas y vender sus productos;
religiosos, en los que la labor misionera de la Iglesia católica y protestante
tuvo gran importancia; políticos, por las exigencias estratégicas de las
grandes potencias; e ideológicos, debido a que los occidentales creían que la
raza blanca era superior y pensaban que tenían la misión de civilizar a esos
otros pueblos.
Los grandes imperios coloniales
El Imperio
británico fue el mayor de la época. Tenía colonias por todo el mundo, de
las cuales la más importante fue la India. El Imperio francés fue el segundo más importante, con grandes
territorios en África. La expansión colonial produjo conflictos entre las
potencias. Para solucionarlos se reunió la Conferencia de Berlín, en la que las
principales potencias se repartieron el continente africano. Se establecieron
tres formas fundamentales de dominio: colonias
(bajo soberanía y administración de la metrópoli), protectorados (la política exterior era controlada por la metrópoli
y la interior por las autoridades
nativas) y concesiones (territorios
independientes de los que los colonizadores obtenían ventajas comerciales).
La colonización sentó las bases de una administración
y una organización política modernas, pero las fronteras se trazaron sin tener
en cuenta las diferencias de las poblaciones autóctonas, ocasionando graves
conflictos tras la descolonización. Las metrópolis explotaron los recursos
naturales de las colonias en su propio beneficio y las poblaciones nativas
fueron desposeídas de sus tierras. Se convirtieron en mano de obra barata y no
se beneficiaron de las infraestructuras construidas. Los colonizadores ocuparon
los niveles más altos de la sociedad colonial y los indígenas fueron marginados.
Se dio una crisis de las culturas autóctonas.
La Primera Guerra Mundial
En el último tercio del siglo xix y principios del xx
se formaron en Europa dos bloques militares, la Triple Alianza y la Triple
Entente. Los intereses coloniales y las ambiciones en los Balcanes acabaron
provocando la Primera Guerra Mundial.
Tras su unificación, Alemania se convirtió en la gran
potencia gracias a Bismarck. Este
ideó un sistema de alianzas (Alemania, Austria y Rusia, y más tarde Italia) que
tenía como objetivo aislar a Francia y mantener el equilibrio en los Balcanes.
Tras la dimisión de Bismarck en 1890, se inició la Paz Armada, en la que las potencias europeas se agruparon en los dos
bloques militares: la Triple Alianza (Alemania, Austria e Italia) y la Triple Entente
(Francia, Rusia y Reino Unido). El temor mutuo llevó a una carrera de
armamentos. Las cuestiones coloniales fueron una fuente continua de problemas.
El Imperio otomano se desmoronaba, y Austria y Rusia pretendían aprovechar esta
situación para aumentar su poder en la zona.
El 28 de junio de 1914, el heredero del Imperio
austro-húngaro, el archiduque Francisco Fernando y su esposa fueron asesinados
durante una visita oficial a Sarajevo (Bosnia). El Imperio austro-húngaro
declaró la guerra a Serbia. Alemania declaró la guerra a Rusia y a Francia. El
Reino Unido declaró la guerra a Alemania. Así estalló la Primera Guerra Mundial
y nuevos países se fueron sumando al conflicto: el Imperio otomano y Bulgaria
se unieron a los Imperios centrales (Alemania y Austria-Hungría); e Italia,
Rumanía, Grecia, Estados Unidos, China y Japón se sumaron a la Triple Entente.
La guerra duró cuatro años, de 1914 a 1918, y hubo cuatro
fases:
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La guerra de movimientos (1914). Los alemanes
pretendían derrotar rápidamente a Francia para atacar después a Rusia, pero
fracasaron en la batalla del Marne. Rusia lanzó una ofensiva sobre Alemania.
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La guerra de posiciones (1914-1917). Las tácticas
defensivas de los ejércitos superaban sus capacidades ofensivas, por lo que los
frentes se estabilizaron. Ante la estabilidad de los frentes principales, los
aliados atacaron zonas secundarias. En paralelo, se desarrolló el conflicto
naval. La flota británica bloqueó Alemania, que contraatacó con la guerra
submarina.
·
El año decisivo: 1917. El estallido de la Revolución
bolchevique supuso la retirada de Rusia del conflicto. Estados Unidos entró en
la guerra a favor de los aliados y les dio una gran ventaja.
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La ofensiva de 1918 y el final de la guerra. Los alemanes firmaron en 1918 la paz con Rusia mediante el Tratado de
Brest-Litovsk. Trasladaron sus tropas al oeste y Francia respondió con un
ataque en todos los frentes. Los Imperios centrales se rindieron: primero
Turquía, después Austria y finalmente Alemania, tras la abdicación del káiser
Guillermo II. El 11 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio entre Alemania
y los aliados, que puso fin a la guerra.
La Primera Guerra Mundial tuvo importantes consecuencias. Hubo grandes pérdidas demográficas y
materiales y, para sufragar los gastos de la contienda, muchos países se
endeudaron. Se firmó la Paz de París, el conjunto de tratados firmados por los
países vencidos, en los que los países vencedores (Estados Unidos, Francia,
Reino Unido e Italia) les obligaron a aceptar duras condiciones. Se buscaba
impedir el resurgimiento de Alemania como gran potencia y mantener aislada a
Rusia para evitar el «contagio» revolucionario al resto del mundo. Se creó la
Sociedad de Naciones para mantener la paz y resolver los conflictos entre
países mediante negociaciones.
La Revolución rusa
A principios del siglo xx,
Rusia seguía anclada en el Antiguo Régimen con la monarquía absoluta de Nicolás
II. Aunque existía un Parlamento, la Duma, sus poderes eran muy limitados. No
había libertades políticas ni derechos de las personas, y los opositores eran
perseguidos con gran dureza. Su economía seguía siendo fundamentalmente
agraria, manteniendo la estructura feudal. A finales del siglo xix se inició una tímida
industrialización y creció el proletariado. Existían distintas fuerzas
políticas clandestinas opuestas al zarismo: el Partido Socialista
Revolucionario, el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso de ideología marxista
(mencheviques y bolcheviques) y el Partido Constitucional.
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La Revolución de 1905. Las masas populares,
descontentas, se dirigieron al Palacio de Invierno en San Petersburgo para
mejorar sus condiciones de vida. La respuesta de las autoridades fue violenta y
se saldó con muchos muertos y heridos (Domingo Sangriento). Los campesinos y
obreros se agruparon en sóviets
(consejos o asambleas populares) y el zar se vio obligado a hacer algunas
concesiones, pero pronto incumplió sus compromisos y volvió a gobernar sin
contar con la Duma.
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La Revolución de febrero de 1907. Las derrotas de la
Primera Guerra Mundial crearon un gran malestar que provocó huelgas y
manifestaciones. Estalló una huelga general, se creó un Gobierno provisional y
el zar abdicó. Se formaron sóviets por todo el país, controlados por los
bolcheviques. Este doble poder (Gobierno provisional y sóviets) creó una gran
inestabilidad política. Lenin, líder de los bolcheviques, planteó la retirada
de Rusia de la guerra, la redistribución de la tierra, el control de las
fábricas por los comités de obreros, la autonomía para las nacionalidades y la
entrega del poder a los sóviets.
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La Revolución de octubre. Los sóviets se
apoderaron de los puntos estratégicos de la capital, asaltaron el Palacio de
Invierno y detuvieron al Gobierno provisional. Así triunfó la revolución. Se creó el primer Gobierno
bolchevique, presidido por Lenin.
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La guerra civil y el comunismo de guerra. Los
partidarios del zarismo y los defensores del sistema liberal intentaron acabar
con la revolución. Los contrarrevolucionarios crearon el ejército blanco, y los
bolcheviques, el ejército rojo. Se enfrentaron en una guerra civil (1918-1921),
que terminó con la victoria de los bolcheviques. Se adoptó una política
económica conocida como «comunismo de guerra». Los bolcheviques pasaron a
denominarse Partido Comunista y se instauró una férrea dictadura comunista.